Fiestas de San Miguel 2003 - Así está ocurriendo

Este año: un subidón

¡Ay, que me pilla el toro!

  • Con todo el subidón que significa haber pasado dos días excelentes en Aldeaquemada, escribo estas líneas reconociendo que solamente voy a poder plasmar una parte de lo que ha ocurrido por allí: lo que he visto con mis propios ojos y lo que recuerdo entre lo que me contaron. No he podido estar en todos los sitios a la vez y la verdad es que no apetece nada ir cargado con la libretilla tomando nota de todo lo que ha ido ocurriendo. Por eso tómate esto tal y como está y comprende las lógicas omisiones, ya que al fin y al cabo yo también he ido allí para divertirme, ¿no?
  • Luego supongo que me llamará Aurora desde el Ayuntamiento para contarme este detallito y aquel otro, para corregir aquí y allá..., pero es de comprender que no sea yo quien le llame para informarme porque, con toda la envidia del mundo, en el momento preciso de estar escribiendo esta especie de crónica, está sucediendo el encierro del día grande, el día de nuestro santo patrón San Miguel Arcángel.
  • En fin que a lo que íbamos: mi corto viaje a Aldeaquemada empezó el sábado por la mañana. Entre que preparas la maleta, dejas a la perrilla en casa de los suegros, llenas el depósito y te pierdes con la nueva variante que han hecho a la salida de Ciudad Real, el tiempo pasó en un santiamén. Dando ya por perdido el encierro del sábado, llegamos justo a la hora mágica: ¡la hora de las cañitas!

Hasta la bandera

  • Como ocurre todos los años, los bares están de bote en bote. En esta ocasión ha venido un puesto móvil de hamburguesas que ha decidido poner patatas chip de tapa. Pasamos al bar La Estrella (lleno); el bar de La Cruz (lleno) y los chiringuitos (a tope). Aceleramos el paso para no sentir el agobiante calor del asador de pollos y nos apalancamos en la terraza de Cesáreo donde hemos tenido suerte de encontrar a José Ginés con la familia y unas sillas libres. Viendo que los camareros estaban más que ocupados decidimos pedir unos botellines dentro. Como es habitual en estos días, la famosa fiesta de la cerveza que se organiza de manera espontánea en la discoteca está en todo su apogeo. Grupos de jóvenes empapados en una mezcla de calimocho y zumo de cebada entran y salen del local, mientras los más pequeños disfrutan en el exterior con los petardillos que venden en los puestos ambulantes. Atrás quedaron los años en los que los aldeanos de Valencia dejaban bien claro que ya habían llegado a golpe de truenos y masclets. La novedad este año son unos petardos chinos que hacen poco ruido, pero que sin embargo sueltan una nube de pólvora de colores de apariencia tóxica que, como siempre ocurre en el mundo del petardo, hace mucha gracia al que lo tira pero muy poca a las personas mayores que los respiran. Pero bueno... ¡estas son las cosas de las fiestas!

Pollos de feria y siestas

  • En fin, que tras ver un año más que la rifa de las navajas la gana otro, tomarnos unas cañitas y una de gambas, nos retiramos a casa a comer no sin antes sentirnos tentados por el olor de los pollos de feria. Y hablando de pollos hay que decir que en este chiringuito al menos NO lo anuncian como en todas partes ("1/2" escrito muy chiquitito al lado de las letras grandes de "POLLO DE FERIA"), algo que suponemos puede deberse a que son los únicos que ofrecen este socorrido recurso para todos aquellos que no tienen ganas de guisar en fiestas.
  • Tras la comida, siestorro. No os puedo contar mucho sobre la corrida de la tarde, ya que siempre he aprovechado este tiempo para meterme en el sobre, como se suele decir. Tan sólo destacar la ausencia de la canción "El Torito Guapo" de El Fary entre el repertorio con el que DJ Ambrosio deleita a los presentes en la plaza. Oigo desde la cama las canciones de Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, algo de Saturación Triunfo, Raúl y toda la cuadrilla habitual en este tipo de festejos. Hombre, ¡tampoco vamos a traer a la orquesta de RTVE!

Visita a la Casa Rural

La Casa Rural de Aldeaquemada

  • Me levanto para ir a "un mandao" (así se ha dicho de toda la vida en el pueblo; en este caso me tocó comprar berenjenas) y de paso aprovecho para visitar la Casa Rural que nuestros amigos Ángel e Inma tienen en las afueras del pueblo, camino de La Cimbarra. Incluso para quién esté acostumbrado a visitar este tipo de alojamientos le seguirá sorprendiendo el resultado. Una construcción completamente nueva de estilo rústico, con todas las comodidades, salón de cazadores, una terraza relajante y el suave atardecer del otoño hacen de esta nueva iniciativa empresarial una apuesta por el turismo de la zona que suponemos vendrá de maravilla a quienes se acerquen a visitar nuestros paisajes, cazar en nuestro término o simplemente escapar del agobio diario.
  • También puede ser una buena solución para todos los que, siendo del Aldeaquemada, no la visitan más a menudo porque tienen su propia casa sin cuidar. Además, como el amigo Fide es un artista, tiene decorado el conjunto con muestras de artesanía que él mismo fabrica y vende.

Entre Amigos

Oleeee con oleeee

  • Regreso a un pueblo recién anochecido y me doy cuenta que los toros (bueno, son vacas) han terminado mucho antes de lo habitual. Cenamos y salimos corriendo hacia la Caseta Municipal donde el grupo romero Entre Amigos de Villanueva de la Reina deleita a los presentes con un excelente repertorio de canciones con sabor y tradición andaluz. Lástima de lo desangelado de la puesta en escena. El conjunto rociero, ciento y la madre (más el del bombo, como todos los conjuntos rocieros), tuvo que apretujarse en el escenario donde ya estaba montado el equipo de sonido de la Orquesta Mermelada y actuar con la iluminación del salón. Pero como lo que cuenta es la música y el mensaje interpretado por sus voces poderosas, los asistentes pronto olvidaron la espera y premiaron a Entre Amigos con el reconocimiento y aplauso que merecían.

Fiesta y artesanía

  • Nos encontramos con nuestro vecino Antonio Morales, que mostraba con orgullo uno de los mejores ejemplares perteneciente a su gran colección de bastones que con tanto cariño elabora con asta de ciervo. Todas sus piezas artesanas cuentan con el escudo de Aldeaquemada, blasón con el que también ha decorado la fachada de su casa en espera que los demás vecinos sigamos su ejemplo de patriota aldeano. ¡Gracias por el llavero, Antonio!

¡A bailar!

¡Por el amor de esa mujeeeer!

  • Tras una visita al Disco-Bar La Cimbarra y a la Pizzería "La Rana", nos dejamos caer por el baile. La Orquesta Mermelada, integrada por una formación de guitarra, bajo, batería, teclados, dos cantantes solistas / coristas (mu apañaicas ellas) y un David Bisbal, hicieron pasar una buena velada a quienes se dejaron caer por la pista y sus aledaños. Llamaba especialmente la atención la profesionalidad musical y las elaboradas coreografías interpretadas por sus componentes, que incluso se atrevieron con una versión de Frank Sinatra con orquestación tipo big band.
  • Otro de los puntos fuertes fue la versión de la machacona canción "Dime" de la eurovisiva Beth. La joven cantante rubia -me refiero a la de la orquesta- parecía sonreír al tener que adaptar su torrente de voz al tono ratonero de la original. En fin, que tras un numerito en plan Pimpinela (interpretando "Por el Amor de Esa Mujer", sí esa canción tonta y machista que glorifica el zurrarse la badana por una chica, igualico que en la berrea) pasaron a hacer algo de King África con bastante poca fortuna. Quiero decir que para hacerlo parecido al que todos conocemos, el bajista -que en esta ocasión asumió las voces- no quiso poner el mismo tono chillón y desagradable del "bailarrrrrr" original; el resto estuvo clavadito. A todo esto el público asistente se dividía en dos o tres parejas que se atrevían en la pista; un numeroso grupo, hombres en su mayoría, que hacía su vida en la barra y sus aledaños y por último familias sentadas alrededor de las mesas disfrutando de la música de la orquesta. ¿He dicho dos o tres parejas en la pista?; pues bien, en el mismo instante en que anunciaron el primer pasodoble una riada de público invadió el frente del escenario para dar vueltas y vueltas sin parar. De los pasodobles pasaron al baile del trenecito o como se llame y los tarata-chundas habituales en estos festejos. El público disfrutó de lo lindo y la orquesta con ellos. Tanto los que bailaban como quienes hacíamos gimnasia en la barra fija pasaron un rato excelente; los unos meneando el body según sus posibilidades y los otros hablando y disfrutando al ver disfrutar a los demás.

Hasta las tantas

  • ¡Las tres ya! Vamos a dar una vuelta por la disco, que seguro que está vacía ¿Vacía?; hasta los topes, con una neblina formada por el vapor del sudor y el humo de los cigarros. Prácticamente imposible moverse por dentro, lo que quiere decir que la gente estaría a gusto. En fin, como ya habíamos hecho mucha gimnasia en la barra de la berbena, optamos por acostarnos a pesar de arrastrar la sed de una última copa que no llegamos a tomar. De esa forma conseguimos levantarnos frescos por la mañana sin necesidad de echarle la culpa al siempre socorrido e imaginario "garrafón". La plaza, como todos los años estaba desierta y los trabajadores de las casetas, taciturnos, esperaban un no sequé, sentados en las escaleras del hogar del jubilado con las lonas de su negocio ya echadas.
  • El baile continuó hasta bien entrada la madrugada. Una pareja de novios decidieron cortar mientras discutían al lado de la ventana de mi habitación -afortunadamente sólo me acuerdo de eso entre sueños- y un grupo de fiesteros pasaron cantando a grito pelado eso de "mi caballo camina p'alante, mi caballo camina p'atrás" sobre las cinco, algo de lo que sí me enteré hasta que se largaron. Y posiblemente sus madres también.

Un topetazo en el Encierro

Jesú, que caló

  • Llega la mañana, desayunamos con churros de Garabito y vamos de cabeza al encierro. Los colaboradores de las fiestas trabajan a ritmo febril para que todos los palos y las puertas estén sólidamente asegurados con cuerdas. Soltadas las vacas tan sólo se registra un pequeño incidente al embestir una de ellas frontalmente en un recorrido corto a Juan Manuel, que felizmente sale ileso gracias a que no le engancha con los cuernos y a que toda la gente se tira al unísono para sujetar al morlaco. A pesar del golpe con toda la testuz en el pecho, nuestro hombre sale ileso y... bien, por ahí le tenéis en una foto bebiéndose una Cruzcampo de un solo trago. ¡Ele ahí esa gente de campo!

Con las Peñas

El amigo Leandro lidiando con el jamón

  • Terminado el encierro podemos por fin tomarnos algo en el siempre a rebosar Bar de La Cruz para hacer después parada y fonda en el chiringuito que se había montado la gente de la peña... (¡no me acuerdo del nombre!) donde el amigo Leandro está comiendo y cortando jamón a buen ritmo. Echamos la peseta como se suele decir y nos atrevimos a entrar en la disco, sabiendo que ya había pasado lo más gordo de la fiesta de la cerveza. Por allí había de todo: los Choleck bebiendo birra en un cubo, otros que agitan un botellín caliente para regar a los demás y también quien se enfada porque antes de darles tiempo a decir hola ya le han puesto un mini de calimocho de sombrero.
  • Total, que hicimos un poco de gimnasia para bajar las tapas de ensaladilla, jamón, perlas del Guadalquivir y toreras vinagreras que llevábamos encima y nos fuimos a comer. Después, siesta, sesión de Gaby, Fofó, Miliki, etc... y el anuncio por parte del Caudi de la próxima actuación del cuarteto cómico-taurino en el que hoy, día grande de las fiestas, intervendrán El Pulga, el Linterna, el Garrapato y el Patillas.

Mientras los demás disfrutan

  • Y los que tenemos el vicio de comer pues tenemos que trabajar. Si resulta que trabajamos fuera de la Aldea, pues toca volver a nuestra ciudad o pueblo correspondiente. ¡Hala, hala, que ya llega el lunes! Mientras uno se levanta por la mañana de cabeza a sus obligaciones diarias, es imposible contener el sentimiento de sana envidia por los que aún estarán descansando pendientes de la llegada de un nuevo día de fiesta.
  • Ser Aldeano es, como decíamos en el encabezamiento de esta especie de crónica, no un gentilicio ni una nacionalidad, sino un estado emocional. Todos los que aquí han comprobado que cuando visitaron Aldeaquemada en fiestas, "en cada corazón había un canto, y si el corazón era joven, ese canto subía hasta los labios" (Mark Twain). Así ha sido siempre y así lo seguirá siendo mientras nuestro precioso pueblo siga estando escondido como un tesoro en el corazón de Sierra Morena.

Resumen en Afotos